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Hemos perdido el norte

España ha sido vista por el turista, secularmente, como un país de panderetas, bandoleros, “bailaoras”, toros y tortillas de patata. Esta atávica imagen decimonónica parece resistir el paso del tiempo y en vez de envejecer, toma pátina y se siente bella.

No toda la culpa es patria. Parte del desastre se debe, además de al sentimiento nacional, a la escasa inteligencia exterior, que nos sigue viendo con el prisma del viejo y caduco Imperio rancio y ajado, venido a menos.

De cuando en cuando, la Prensa Internacional se ve impelida a hurgar en los entresijos nacionales y araña sentimientos de viejo hispanista haciendo suya la necesidad de levantar la moral patria, nacional, más rancia si cabe, del español que ha olvidado –del salón, en el ángulo oscuro - su orgullo de viejo hidalgo de casa solariega y blasonada.

Este es el caso de las búsquedas del tipo reductio ad absurdum que tanto predicamento tienen, no obstante, en las naciones sin apenas historia. De las realizadas en España, cabe señalar la insigne remoción de tierras buscando a Diego Velázquez, los debates infructuosos sobre los orígenes de Colón y ahora, gracias al que teníamos por serio diario, la más absurda búsqueda alocada de los restos de Miguel de Cervantes.

Que este tipo de casos, permítame el lector denominarlo pollada, tengan eco en un medio de Prensa internacional de la supuesta seriedad del New York Times es grave. Lo es porque se da la paradoja de que en España ocurren desde hace años cosas mucho más serias a las que este tabloide no ha prestado la debida atención. Lo es porque, en esencia, cientos de miles de desaparecidos siguen durmiendo un sueño injusto en campos, tapias de cementerio y cunetas de media España después de una guerra incivil sin que a nadie fuera de España, ni a muchos dentro de ella, parezca importarles.

Hoy nos hemos desayunado con un artículo sorprendente sobre la “necesidad” de buscar los restos mortales de Cervantes. ¿Necesidad? ¿Para qué?... ¿para saber si realmente le faltaba un brazo?, ¿para conocer si padecía de males misteriosos? No señores…¡¡para crear una nueva oferta turística en España!! Y de paso para dar de comer a un personaje que mantiene, por que él lo vale, que con 135.000 euros de nada y la ayuda de un radar, él podría encontrar a Cervantes…vivo, o muerto, entre 15 cadáveres.

Don Quijote y Sancho Panza. Alcalá de Henares (C) Czuko Williams 2014

Esto sería hasta divertido si no sonase a mofa estúpida e insolente al oído del ciudadano del que se pretende arañar la financiación pública para que este Indiana Jones de saldillo reviente las calles de Madrid buscando alocadamente a Don Miguel de Cervantes. Sería divertido si no sonase chusco que este aguerrido soñador patrio recurra a los medios internacionales para alcanzar su quimera. Sería divertido si no estuviésemos ante otra soplapollez manifiesta. Sería divertido si no nos enfrentásemos a otra infructuosa, inútil y estúpida búsqueda para mayor boato del buscante. Sería divertido si no estuviese ocurriendo esto de verdad.

No tengo que recordar cómo acabó la inútil búsqueda de los restos de Diego Velázquez en la maltrecha Plaza de Ramales, entre los restos de una Iglesia en la que por documentos –que nadie había leído- se sabía que ya no estaba enterrado el finado pintor. Huelga decir la millonada que costó y lo inútiles que fueron los datos arqueológicos obtenidos.

Ahora se habla del Dr. Echevarría como el gurú de los hallazgos. Bien está, es buen profesional y como gusta en España…está de moda. También lo estuvo, en 1998, el Dr. Reverte, otro prestigioso forense que aseguraba que los restos de Velázquez estaban en un cofre (http://elpais.com/diario/1998/04/30/madrid/893935476_850215.html )...y erró, y se estrelló y naufragó y de nada le sirvieron los mismos créditos que la Consejería esgrimía para señalarlo como el más idóneo para aquella comedia de enredo.

Me apena leer el texto de Raphael Minder cargado de lugares comunes sobre lo que fue España en su “Edad Dorada”, pero aún me apena más que el Sr. Prado, el supuesto historiador artífice de esta nueva historia de venta de humo acuda a la Prensa Internacional para airear que las autoridades de Madrid sólo hicieron caso a su proyecto cuando amenazó con realizarlo con financiación privada de una Universidad americana.

Pero más pena me produce que no se percate el editor de la estafa cuando el mismo Sr. De Prado señala que no será una búsqueda difícil…porque en el Convento de las Trinitarias, donde supuestamente está enterrado el genio hispano no hay más de 15 cuerpos enterrados…y no se trata de un cementerio completo. Y pienso yo que si para usar un radar en un espacio con 15 tumbas necesita 135.000 dólares… ¿qué millonada necesitaría este caballero para explorar un cementerio?

Me entristece que las Administraciones Públicas puedan picar de nuevo el anzuelo viejo del salva patrias. Me entristece aún más que un responsable del Ayuntamiento como Pedro Corral señale la “oportunidad turística” de rescatar el cadáver olvidado.

Me apena que este país tan hermoso esté lleno de bandoleros y que pocos hayan abandonado la costumbre de pegar el sablazo a las Administraciones Públicas –que en el fondo son la representación de todos los españoles-. Me avergüenza que esos cientos de miles de ciudadanos masacrados sigan esparcidos por esta piel de toro sin que a ningún Sr. De Prado se le ocurra emplear esos 135.000 Euros de nada en sacarlos. ¿Será que estos historiadores de gacetilla ven menos posibilidades de sacar rédito personal de unos muertos que de otros? No, no me atrevo a pensar que pueda tratarse de eso. El vivo al bollo y el muerto…al hoyo.

Fuente del artículo del NYT

http://www.nytimes.com/2014/03/11/world/europe/a-not-so-quixotic-search-for-cervantes.html?hp&_r=0


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